martes, 15 de julio de 2008

Un anuncio multicolor

Pasa el tiempo, pero los anuncios de telefonía móvil siguen siendo los protagonistas.

En esta ocasión me quedo con el de Vodafone, que con su música, su colorido y su vitalidad, no puede dejar de recordarme a aquel que me parece ya un tanto lejano de Tea de Trina, por el protagonismo del colorido, el uso de melodías por todos conocidas versionadas para la ocasión, y el bailoteo constante, a modo de juego, de sus protagonistas. En el de Trina, saltando, en el de Vodafone, siendo mucho más creativos.

Volvamos a este último. Como escuetísima ficha técnica podríamos decir que ha sido un trabajo realizado bajo la dirección de Daniel Azancot para la agencia S,C,P,F (Segarra, Cuesta, Puig, Fernandez de Castro), que ha realizado trabajos como los últimos de Viceroy (No es lo que tengo, es lo que soy), Ikea y su república entre otros.

El Copy de la canción, aunque breve, tampoco puede ser pasado por alto, dice así:

"En un país multicolor, una tarifa multicolor. Para el mundo mejorar, el color hay que mezclar. Lalalalalalalala..."

Qué le vamos a hacer, me parece completamente adorable. Reúne en pocas palabras todos los tópicos de publicidad engañosa que se puedan imaginar, pero lo consigue: Al igual que Coca-cola, me deja, después de haberlo visto, un buen rollo tremendo, casi te incita a colgarte un cartel del pecho que ponga "regalo abrazos" y salir así a la calle, sin parate a pensar siquiera en los más de cuarenta grados que hacen bajo el sol. Y por supuesto, si es que eres Movistar, como es el caso de una servidora, empiezas a plantearte qué estás haciendo con tu vida, sobre todo después de ver que, por segundo año consecutivo, la telefonía azul te incita a "parlar gratis" con un spot de esos que me dan ganas de apagar el televisor.

Sólo nos queda esperar, por tanto, a que la llegada del IPhone suponga toda una revolución en el mundo de la publi, aunque, siendo franca, tampoco tengo demasiadas espectativas, ...

Añado el Spot, por si alguien no lo ha visto, cosa que, por otra parte, me extrañaría muuucho!




jueves, 15 de mayo de 2008

Diarios de videoteca

Cierto es que siempre me ha gustado el cine, para mí, ver un largometraje es acercarte a otros mundos, a otras situaciones, o simplemente, a otras percepciones particulares. Cierto es también, que desde hade unos años reniego bastante del cine heredero de la escuala de Hollywood, no sé si porque dejó de sorprenderme, o porque llegó a cansarme su visión sesgada del discurso, sus técnicas narrativas siempre idénticas, rancias ya por el paso de las décadas.

No podemos evitar que estén ahí: que cada viernes la cartelera se renueve siguendo sus dictámenes, los de las grandes productoras norteamericanas, todopoderosas y omnipresentes. No podemos evitar que muchos trailers nos intriguen, nos apelen directamente, nos vendan la película irremediablemente. Lo sé porque no hace mucho que me prometí a mi misma que no volvería a dejarme los cuartos en la entrada de cine de una película que no valiese la pena. Ingenua de mi, que me propuse tal tontería. Sin ir más lejos, el sábado pasado fuí con mi novio y un amigo a ver un film de cuyo nombre no es que no quiera acordarme, es que no puedo. La última de Keanu Reeves, a mi entender una bazofia, sin faltar a aquellas personas a quienes les haya gustado.

Quizá el gusto por una película u otra, por un estilo cinematográfico u otro diferente está más bien en cada persona, en sus propias vivencias, en su situación personal. Hay días que necesitas una comedia. Hay otros que una comedia te sabe ridicula, o al menos, así lo siento yo.

A dónde quería ir a parar, y ya no lo dilato más, es que, recientemente he tenido la fortuna de dar con algunas películas de distintos géneros y nacionalidades que realmente me han gustado. Puedo decir que no me han hecho sólo pasar un rato agradable delante de la pantalla, sino que han sido más bien como un susurro dirigido directamente a mi persona, un mostrarme algo que está más allá de mí, caricias a la percepción, sentimientos dulces y amargos que consiguen no dejarme indiferente.

La primera de las tres, Azul oscuro, casi negro, largometraje español en el que las vidas de los personajes se cruzan en circunstancias difíciles, un tanto inéditas, siempre con fuerzas y ganas de vivir casi heroicas. La músicaes otro de los puntos fuertes de la obra, y he de reconocer que una vez terminé de verla, me interesé por el compositor, Pascal Gaigne, de quien ya tengo algunas piezas en el Ipod.

Apenas digerida esta primera, hice caso a Darío, a quien desde aquí agradezco me recomendara la siguiente trilogía: Tres colores: Azul, Blanco, Rojo. Me gusta el cine francés, del mismo modo que me gusta el cine español, el italiano, y el de algunas otras nacionalidades. Me gusta el cine francés por su dulzura y suavidad, porque me recuerda a la brisa que refresa pero no importuna y porque sí. Tres colores no fué, como esperaba, una oda a la nación francesa, una pieza de exaltación del orgullo patriótico, sino más bien un motivo más para poder decir ahora aquí que me gusta el cine francés. No creo que sea una trilogía "para todos los públicos" narrativamente hablando, no todos aprecian un ritmo tan lento, que sigue su curso casi sin que el receptor se percate. He de reconocer que me costó apreciar cada detalle, cada sonido, y que a veces, deseaba que ocurrera algo, al menos en la primera parte, Azul.
Tres Colores es sensibilidad pura, posos amargos de un café, edulcorados bellamente, es el arte de hacer un nudo en la garganta sin que nadie se de cuenta, es una lágrima invisible, una sonrisa interior.

La argentina Diarios de motocicleta llegó a mis manos hace apenas unos días, en una tarde de aburrimiento en que había olvidado pasarme por la videoteca de mi universidad a coger alguna película. Y la encontré olvidada entre los DVDs de mi padre, y francamente, me enamoró. Huelga decir que el propio Gael García Bernal ya es en sí mismo un motivo para el deleite durante dos horas, pero es mucho más. Una historia, como se comenta al principio, que no nos cuenta aventuras, sino un espacio de tiempo compartido por dos jóvenes a quienes el destino quiso unir por un periodo de sus vidas. Impresionante, sobrecogedora, hermosa.

En estas cinco obras resumo mis idas y venidas de la videoteca de la facultad de la comunicación durante las últimas semanas. Y lo hago ahora porque sé que empieza una etapa en la que lo que menos tendré será tiempo para ver una nueva película, los temidos exámenes de Junio.

No sé si alguien leerá esta entrada y compartirá mis gustos cinéfilos, pero intentarlo merece la pena. Lo que sí sé es que raritos como yo hay pocos, y lo sé porque hace tiempo que comprendí que seguiría gastandome 6 euros en entradas de cine para películas que me parecen horrendas, y que las películas que yo considero buenas las vería sola, en la tranquilidad de mi habitación, en la soledad de mis pensamientos.

sábado, 19 de abril de 2008

jueves, 14 de febrero de 2008

Bebé a bordo.


Tras largos meses de silencio, me dispongo a romper el hielo.
No quiero hablar mucho, o mejor dicho, escribir, tan sólo hacer una llamada de atención sobre algo que realmente me inquieta.

Hace tiempo que no hago más que recibir mails a favor de la ilegalización del aborto, y ese es un tema del que no creo que pueda hablar. Cada situación es un mundo, y es por eso que no me parece oportuno opinar a través de un blog, por muy mío que sea. Hace meses que recibo cartas de niños a sus madres, que consiguen sensibilizarme al máximo... pero hace meses, e incluso años, desde que tengo uso de memoria, que veo en la sección de sucesos de las noticias, la historia de algún niño recién nacido que es encontrado entre los cubos de basura de los pueblos y ciudades de todo el mundo. Mujeres y niñas que por miedo, vergüenza o sabe Dios qué no saben sino abandonar a sus pequeños, recién nacidos.

No sé mucho de instinto maternal, pero cuando me imagino a mi madre en el hospital tras haberme traído al mundo, tras meses de aguantar mis pataditas, sé que el sentimiento que tenía no era sino de protección hacia mi. (Seamos justos, ella aún lo tiene). Cualquier ser humano, tiene que sentir que se le desgarra el alma si tras haber alimentado en su interior a un bebé se ve obligado a separarse de él, y no me cabe en la cabeza cómo se es capaz de abandonarlo en un cubo de basura, a veces en pleno invierno, a veces bajo el calor asfixiante del verano, y siempre rodeado de desechos que son causa como poco, de infecciones. No sé como son capaces de hacer desaperecer una parte de sí en la mismísima barca de Caronte, cuando apenas han podido respirar un par de veces.

Pero así es el ser humano, tan inhumano a veces. Además, ¿quién soy yo para juzgar el porqué esas personas hacen lo que hacen y actúan como actúan? ¿Qué se yo de la vida que llevan esas personas y lo que les ha llevado a ser como son?

No alcanzo a entender muchas cosas aún, pero sigo emocionandome más de lo que quisiera cada vez que conozco una de estas historias, que a veces terminan en rescate, con héroes salvadores incluidos, y otras simplemente en tragedia. Sigo perdiendo el apetito, apretando los dientes, en una lucha conmigo misma para que de mis ojos no brote ni una lágrima. Sigo sin entenbder tantas cosas aún... y hay algunas que no quiero entender jamás.

Es por todo esto que, esta mañana, cuando he encontrado cierto anuncio bicheando en Internet no he sabido si es concienciación o frivolidad, la propuesta de poner a los cubos de basura una pegatina que ponga: "Bebé a bordo" como si de un coche familiar se tratara.

De momento ahí lo dejo, no sé si esto es tán sólo una reflexión conmigo misma.