jueves, 15 de mayo de 2008

Diarios de videoteca

Cierto es que siempre me ha gustado el cine, para mí, ver un largometraje es acercarte a otros mundos, a otras situaciones, o simplemente, a otras percepciones particulares. Cierto es también, que desde hade unos años reniego bastante del cine heredero de la escuala de Hollywood, no sé si porque dejó de sorprenderme, o porque llegó a cansarme su visión sesgada del discurso, sus técnicas narrativas siempre idénticas, rancias ya por el paso de las décadas.

No podemos evitar que estén ahí: que cada viernes la cartelera se renueve siguendo sus dictámenes, los de las grandes productoras norteamericanas, todopoderosas y omnipresentes. No podemos evitar que muchos trailers nos intriguen, nos apelen directamente, nos vendan la película irremediablemente. Lo sé porque no hace mucho que me prometí a mi misma que no volvería a dejarme los cuartos en la entrada de cine de una película que no valiese la pena. Ingenua de mi, que me propuse tal tontería. Sin ir más lejos, el sábado pasado fuí con mi novio y un amigo a ver un film de cuyo nombre no es que no quiera acordarme, es que no puedo. La última de Keanu Reeves, a mi entender una bazofia, sin faltar a aquellas personas a quienes les haya gustado.

Quizá el gusto por una película u otra, por un estilo cinematográfico u otro diferente está más bien en cada persona, en sus propias vivencias, en su situación personal. Hay días que necesitas una comedia. Hay otros que una comedia te sabe ridicula, o al menos, así lo siento yo.

A dónde quería ir a parar, y ya no lo dilato más, es que, recientemente he tenido la fortuna de dar con algunas películas de distintos géneros y nacionalidades que realmente me han gustado. Puedo decir que no me han hecho sólo pasar un rato agradable delante de la pantalla, sino que han sido más bien como un susurro dirigido directamente a mi persona, un mostrarme algo que está más allá de mí, caricias a la percepción, sentimientos dulces y amargos que consiguen no dejarme indiferente.

La primera de las tres, Azul oscuro, casi negro, largometraje español en el que las vidas de los personajes se cruzan en circunstancias difíciles, un tanto inéditas, siempre con fuerzas y ganas de vivir casi heroicas. La músicaes otro de los puntos fuertes de la obra, y he de reconocer que una vez terminé de verla, me interesé por el compositor, Pascal Gaigne, de quien ya tengo algunas piezas en el Ipod.

Apenas digerida esta primera, hice caso a Darío, a quien desde aquí agradezco me recomendara la siguiente trilogía: Tres colores: Azul, Blanco, Rojo. Me gusta el cine francés, del mismo modo que me gusta el cine español, el italiano, y el de algunas otras nacionalidades. Me gusta el cine francés por su dulzura y suavidad, porque me recuerda a la brisa que refresa pero no importuna y porque sí. Tres colores no fué, como esperaba, una oda a la nación francesa, una pieza de exaltación del orgullo patriótico, sino más bien un motivo más para poder decir ahora aquí que me gusta el cine francés. No creo que sea una trilogía "para todos los públicos" narrativamente hablando, no todos aprecian un ritmo tan lento, que sigue su curso casi sin que el receptor se percate. He de reconocer que me costó apreciar cada detalle, cada sonido, y que a veces, deseaba que ocurrera algo, al menos en la primera parte, Azul.
Tres Colores es sensibilidad pura, posos amargos de un café, edulcorados bellamente, es el arte de hacer un nudo en la garganta sin que nadie se de cuenta, es una lágrima invisible, una sonrisa interior.

La argentina Diarios de motocicleta llegó a mis manos hace apenas unos días, en una tarde de aburrimiento en que había olvidado pasarme por la videoteca de mi universidad a coger alguna película. Y la encontré olvidada entre los DVDs de mi padre, y francamente, me enamoró. Huelga decir que el propio Gael García Bernal ya es en sí mismo un motivo para el deleite durante dos horas, pero es mucho más. Una historia, como se comenta al principio, que no nos cuenta aventuras, sino un espacio de tiempo compartido por dos jóvenes a quienes el destino quiso unir por un periodo de sus vidas. Impresionante, sobrecogedora, hermosa.

En estas cinco obras resumo mis idas y venidas de la videoteca de la facultad de la comunicación durante las últimas semanas. Y lo hago ahora porque sé que empieza una etapa en la que lo que menos tendré será tiempo para ver una nueva película, los temidos exámenes de Junio.

No sé si alguien leerá esta entrada y compartirá mis gustos cinéfilos, pero intentarlo merece la pena. Lo que sí sé es que raritos como yo hay pocos, y lo sé porque hace tiempo que comprendí que seguiría gastandome 6 euros en entradas de cine para películas que me parecen horrendas, y que las películas que yo considero buenas las vería sola, en la tranquilidad de mi habitación, en la soledad de mis pensamientos.